El camino

 


A la vista de todos y de nadie, la joven pareja hizo el amor entre las adelfas del paseo fluvial. Pero no se trató solo de sexo porque en ese caso la hierba no se habría elevado sustentando en el aire los cuerpos de los amantes como burbujas antropomorfas. Tampoco las margaritas silvestres, muy sensibles a las variaciones del amor, habrían ido mudando su color hacia el amarillo, el azul, el rojo… siguiendo la cadencia de sus movimientos.

No hubo personas a su alrededor porque los suspiros, sutilmente implacables, las diluyeron. Solo el río, atento durante siglos a estas muestras de la armonía universal, se acompasó al sedoso fluir de sus pieles y luego siguió su camino.


Comentarios

  1. El mejor momento es el de la hierba elevándose. Precioso.

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  2. Muchísimas gracias, Jesús. Me siento también un poco elevado cuando alguien disfruta leyendo mis relatos.

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  3. Muchísimas gracias, Jesús. Me siento también un poco elevado cuando alguien disfruta leyendo mis relatos.

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