Flores de olvido
Les Fleurs de l’oubli;
debajo, y en un tipo de letra más sobrio y pequeño: -Paris-. No sé si el
papel de la etiqueta había sido amarillo desde siempre o si había adquirido ese
tono por el tiempo transcurrido entre los otros botes de colonia. Recuerdo cuando
apareció en el tocador de mamá, pero no recuerdo el color del papel. Fue el día
después de que papá nos dejara. Desde entonces ha permanecido allí intacto,
incluso ha conservado su envoltorio de celofán transparente amarrado por encima
del tapón con una fina cinta dorada. Así ha estado durante dieciocho años.
Hasta ayer.
Ayer, recién estrenado el día,
mamá desató ese delgado, pero recio y opresivo lazo dorado. Ayer mamá concentró
toda su voluntad en girar aquel tapón bloqueado por el tiempo. Ayer mamá dejó que
las flores del olvido perfumaran su vida. Y bien entrada la noche, regresó a
casa feliz por primera vez en dieciocho años.
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