Instrucciones para un novelista sentimental
Sitúe el cursor al
principio del documento y con el meñique izquierdo pulse mayúsculas. Sin dejar de presionar, dirija su mirada hacia el lado
derecho del teclado; comprobará que cuatro pequeñas flechas forman una rosa de
los vientos. No se distraiga con esa imagen ni intente escribir un poema al
respecto. Simplemente presione con el índice derecho la flecha que indica hacia
abajo. No la libere. Verificará entonces que la vida de Laura se va sombreando
de negro a una velocidad de vértigo; primero líneas, luego páginas y finalmente
capítulos. Ennegrecido queda su nacimiento en el seno de la felicidad paterna,
los primeros pasos como bailarina, su adolescencia dividida entre la presión
del esfuerzo y la recompensa de los primeros aplausos, sus amores turbulentos,
su cumbre en el mundo el ballet y su posterior caída por la zancadilla de la
edad. Ahora puede liberar las teclas y dejarse llevar por la melancolía todo el
tiempo que quiera. Luego mire absorto la pantalla, todo está al revés: blanco
sobre negro. Tampoco es el momento de escribir un haiku sobre esa imagen.
Céntrese en el infausto e inmerecido fin de Laura. Como escritor, es usted el responsable de esa crueldad al igual que Shakespeare lo fue de la muerte de Romeo y Julieta.
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