Otros mundos
Al ponerla en el plato se dio
cuenta de aquella tostada tenía forma de Australia. Sonrió estúpidamente ante
esa circunstancia y su mente comenzó a divagar por un extraño universo
paralelo, de esos sobre los que había leído en publicaciones extravagantemente
científicas. En él existían mundos diminutos que se encontraban insertos en
otros mucho mayores. Recordó también alguna película o quizás comic al
respecto. Cogió el trozo de pan dorado e impregnado en un impecable aceite de
variedad pico-limón y lo colocó frente a sus ojos. Ciertamente aquello se
parecía bastante a la isla continente. Imaginó entonces a las personas que ahí
dentro se afanaban por llegar al trabajo, al colegio, al drugstore… Se podría decir que incluso los veía desplazándose en
sus pickups por las llanuras
interminables o en sus autobuses escolares amarillos camino del high school. Estaba fascinado, tanto que
pensó en conciencia que esas teorías de los micromundos podrían ser ciertas. Hum, tampoco pasará nada porque no me coma
la tostada un día, pensó. Y es que si fuese cierta esa especulación, no se
podría perdonar jamás el haber acabado con la vida de todos aquellos
mini-australianos. Qué horror, ellos, junto a sus canguros y toda la corte de
marsupiales discurrirían garganta abajo hasta llegar a su estómago. No podía
soportar la idea. Aunque por otra parte, comenzó a recobrar cierta cordura al
acordarse de que el pan lo había hecho él y le había llevado tres horas. Si a
eso se le sumaba lo que le costó el puñetero aceite monovarietal pico-limón,
estaba claro que no iba a hacer el ganso por una idiotez fruto de su mente
demasiado imaginativa, así que se llevó la tostada hacia la boca.
-Mierda, ya está fría. ¡Al cuerno!
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